No creo que en lo que llevo de vida haya muchas cosas o virtudes mías sobre las que pueda estar orgulloso. O quizás si, supongo que depende del día o de como la entropia se conecte en mi sistema nervioso.
Claro que en todo caos hay una constante y en este caso son los recados. Claro, es una chorrada para muchos, pero yo me enorgullezco de ello ¿de que?
Soy muy rápido, no corriendo, sino rápido, a secas. En hacer recados. Lleva esto aquí, traeme esto, etc. Ojo, soy muy despistado, y muchas veces necesito ordenes concretas. No me des un billete de 10 euros y mandame a comprar limones porque es probable que te traiga 10 euros de limones.
Aun así soy muy rápido y suertudo en los recados. Ya mencione el otro día sobre como a veces pienso que existe un mundo paralelo donde siempre llegamos a tiempo a todo. Pues si existe yo sincronizo con el muy a menudo y por eso acabo siempre haciendo rápido mis recados.
No es que sea gran cosa, pero de momento me basta para sentirme orgulloso de algo, o al menos esto es sobre lo que reflexione ayer en mi viaje de bus de vuelta a Ourense.
Pasar tanto tiempo en un bus es bastante particular, dado que acabas teniendo, lo quieras o no, muchisimo tiempo para pensar y reflexionar sobre, pasados, situaciones actuales, futuros, y el abuso del uso de las comas.
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